Este mundial de fútbol me ha traído muchas sorpresas. A nivel futbolístico me percaté que los equipos europeos han bajado muchísimo la calidad o sencillamente, el continente asiático y africano han venido aumentando de nivel.
Por otro lado, ante la cantidad de fallos arbitrales, veo que es necesaria la implementación de medios tecnológicos en los partidos, así se evita esas jugadas de viveza malintencionada que ha venido surgiendo desde hace ya 3 mundiales para acá.
Ahora, por otro lado, es bien conocido por todos que la vinotinto (término con el que se ha venido acostumbrando a la gente a llamar a la oncena futbolística venezolana) nunca ha ido a un mundial. Es por ello que la fanaticada del fútbol venezolano (fanaticada que sólo se convierte en fans cada 4 años en virtud de los mundiales), se ve en la necesidad de apoyar equipos de otros países. Muchos de esos países han causado un daño irreparable a nuestro país (como lo es el caso de Brasil que ha destrozado nuestros ríos fronterizos productos de la actividad minera), sin embargo, esto no es culpa de los jugadores sino culpa de una falta de política seria y que se identifique con los intereses de la nación y no con los intereses económicos y políticos particulares de los gobernantes de turno.
Pero, esta fanaticada venezolana que apoya a otros países en los mundiales a falta de una representación local en el magno evento del deporte rey, adopta muchas veces una actitud desaforada, irracional y definitivamente xenofóbica contra otras personas que van por otros equipos, ya sea que vayan por estos equipos por su identidad cultural o simplemente por afinidad o gusto. Tienden estos fanáticos a insultar al derrotado, a meterle el dedo en lo más profundo de la llaga, a despotricarlo, a maldecirlo e incluso hasta considerarlo un malnacido sólo por apoyar a un equipo del que no es afín.
Esta conducta irracional no me gustaría verla cuando a ese fanático que no le queda otra que apoyar a un equipo que no es de su país, le toque respaldar a su país cuando llegue al mundial.
No se extrañen de algún muerto que salga del resultado de un partido cuando no salga favorable a alguno de sus afines.
No se extrañen.