viernes, 24 de septiembre de 2010

Hastío

Todo cambia, sin embargo todo sigue igual.
Nos amenazan que el mundo cambia, que el mundo se va a ahogar.
Nunca faltan aquellos profetas de oficio que vislumbran siempre desgracias.
Y en Venezuela, desde hace 11 años, no sólo se temen, sino que se viven cada día, se sienten cada día y una sensación de inseguridad callejera nos envuelve a todos.
Y aún así
seguimos callados
A la espera
Inmóviles

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mudarme a otro País? Ni loco

Recientemente me reencontré con un amigo venezolano que se fue a vivir a Suiza. Me estuvo explicando lo seguro y tranquilo que es este País, que no existe el stress que se vive cada día en esta ciudad, entre otras cosas, como tratando de convencerme que dejara el País.

Me detuve a pensar un momento y dije que nunca me iría de Venezuela. Mi pana, me miró como si fuera un enfermo o un esperpento por parecer tener una actitud patriótica, pero, sin embargo, mis motivos se encuentran muy alejadas de esa actitud.

Le dije, ¿tú crees que yo dejaría este País? Venezuela es el país más hermoso que existe. Y vaya que no me refiero tampoco a elementos estéticos.

Primero que todo, ¿cómo crees tú que voy a ir a un país donde la gente se despierta a las 8 o 9 de la mañana? ¿Tú crees que voy a dejar de experimentar lo que se siente pararse a las 3 y 30 de la mañana para prepararte para ir a trabajar para que no te agarre una cola de dos horas? ¿Tú crees que voy a dejar de sentir esa sensación de frío que te corre por la médula cuando uno se queda dormido, que te levantas a las 5 de la mañana y te das cuenta que ya estás saliendo tarde y que es en una hora pico? ¿Cómo dejar de sentir ese frío que te viene de repente por toda la cervical porque sabes que vas a recibir otro regaño del jefe de la compañía por este motivo? No mi hermano, que va, esa sensación es casi inexplicable.

¿Cómo crees que voy a dejar un país donde los niños también se tienen que levantar de madrugada porque sus padres no tienen con quién dejarlos y hacer que prácticamente se tengan que vestir en el carro? No señor. Ya Suiza, sin estos elementos, se me hace un poco pesada y aburrida.

¿Dime tú esa sensación de inseguridad que siente uno aquí en Venezuela cuando sales a la calle? ¿Esa sensación de incertidumbre porque no sabes dónde ni cuándo van a atracarte? ¿Tú sabes lo sabroso que es caminar en la calle, viendo a todos lados, sospechando de todos, sin saber en qué momento van a atracarte?

¿Cómo puedes entender tú un país en el que no exista esa sensación? "Come on", como dirían mis amigos del norte.

Dime tú, cuando vas en una de las autopistas de Caracas y ves esa mamarro de cola que te tienes que calar porque aquí en Venezuela todo el mundo tiene carro, debido principalmente a que la gasolina es muy barata, por no decir regalada por el gobierno que cada día pierde más dinero subsidiándola. Que sabroso es eso amigos míos.

Igualmente, cuando vas en esa cola y sientes las ganas de cambiarte de canal (porque siempre en el canal en el que va uno, es el más lento), y duras no menos de 10 minutos tratando de conseguir primero que te den paso y segundo, tratando de no llevarte por delante a un motorizado que viene rodando justo por donde está la raya que separa los canales (porque esa raya es el canal de los motorizados aquí en Venezuela). ¿Dime tu si llegas a chocar o a tan siquiera rozar alguna de esas motos? ¿Cómo explicar lo sabroso que es ser rodeado por toda una jauría subcultural de motorizados que van a caerte encima por ser tan estúpido de haber golpeado a uno de esos seres que lo único que los diferencia de los protozoos es que estos motorizados tienen pulgares? ¿Cómo puedo yo sentir esa sensación en Suiza?

Incluso, digan la verdad, digan la verdad por favor: ¿no se sienten orgullosos ustedes de caer en algún hueco de nuestras carreteras o autopistas y ver cómo el tren delantero de nuestro carro se destrozó y que por haber caído en ese hueco, casi casi perdemos la vida? ¿Hay acaso mayor orgullo que éste?
Ese orgullo crece aún más cuando vas al gobierno regional o estadal a pedir un resarcimiento por haber caído en ese hueco y te dicen en tu cara "estúpido, ve a ver si aprendes a manejar". De verdad, el orgullo es muy grande saber que nuestro gobierno se preocupa por sus gobernados para que no seamos unos pendejos o bobos al volante. Esos huecos están ahí para no hacernos quedar dormidos en la vía y para que seamos avispados. Lo mejor es cuando caemos en esos huecos, se nos destroza el carro y andamos pelando bolas. Qué orgullo saber que el Estado, NO VA A PAGARNOS ESOS DAÑOS. Es lógico, la culpa fue nuestra por haber caído en ese hueco. Quién nos manda a pendejos.
No me vengan a decir, que si se van a otro país, no van a extrañar la sensación de impotencia, la sensación de inseguridad y de saber que este país se fue a la mierda cuando leen un periódico y no ven las noticias de la cantidad de muertos por ajuste de cuentas, huelgas carcelarias, huelgas de hambre, inseguridad, abuso policial, atracos, robos, violaciones, etc, que ocurren en Venezuela. No me digan que no les haría falta.

Me resulta estúpido saber que en cualquier otro país desarrollado, cualquier persona pueda tramitar sus papeles personales (actas de nacimientos, de matrimonio, legalizaciones, formación de compañías, etc.) en tan sólo minutos. Por favor, qué seres tan irracionales. Aquí en Venezuela produce un orgullo casi visceral darte cuenta que un trámite de estos puede ayudarte a secar tu vida y gastarla por lo menos haciendo 3 o 4 horas de cola al día mientras dure el trámite. Eso sin hablar, la sensación que se siente que cuando van a llegar a atenderte pueden decirte que ya se acabó el tiempo, que te hace falta otro requisito o que sencillamente hiciste la cola equivocada. No me vengan a negar que eso es tan propio de nosotros que cualquiera, CUALQUIERA que se vaya de este país, esto seguramente lo va a extrañar.

Díganme ustedes cuando, en el año 2009, fui a Vancouver, Canadá. Qué gente tan primitiva, qué manera tan absurda de vivir en un País. La gente allá en Canadá, CRUZA POR EL RAYADO PEATONAL. Por favor, qué idiotez tan grande. Aquí en Venezuela, ¿acaso no da gusto cruzarle enfrente a cualquier conductor en cualquier lado de la calle? ¿Acaso no da gusto recibir esa mentada de madre del conductor porque casi nos lleva? ¿Acaso no da gusto mentarle la madre a esa persona que se nos cruzó en medio de la calle? ¿Hay un desahogo mejor que ese? Les aseguro que ni en Suiza ni en Canadá, van a desahogarse así.

¿Cómo podría soportar en otro país el hecho de que cuando abra el grifo del agua....., salga agua? Por favor, eso no podría soportarlo. No hay nada como darte cuenta en Venezuela cuando abres el chorro y esperas que salga el agua y darse cuenta que no va a salir sino de 8 a 9 pm o de 4 a 6 am por el bendito racionamiento. Qué mentada de madre tan gustosa. Dígame ver a la presidenta del servicio de agua decir que nuestra agua de chorro es un 70% bebible. Espero que algún día me diga cuál es el 30% que no se puede beber para saber cuando puedo abrir el grifo, por favor. Ni hablar de los cortes eléctricos porque en Venezuela hace más de 10 años que no se invierte UN SÓLO BOLÍVAR en ese sector. Saber que a unas horas determinadas vas a tener luz es saber programarse. ¿Cómo puedo programarme en un país en el que siempre tienen servicio eléctrico y agua? Debo felicitar a nuestros gobernantes porque gracias a ellos se a qué hora debo bañarme y a qué hora voy a tener luz en mi casa. Bastardos y mal programados esos países en el que tienen estos servicios a todas horas. No sean improvisados por favor.

¿Cómo creen ustedes que me voy a ir a un País distinto a Venezuela donde las cosas funcionen y dejar de maldecir, mentar madres o sencillamente infartarme por esas tonterías?

Díganme la verdad, acaso no da gusto saber que cuando vas a ir a hacer mercado aquí en Venezuela, tienes la certeza de que vas a recorrer no menos de 5 a 6 mercados, supermercados, mercaditos, camiones ambulantes, buhoneros y pare usted de contar, porque no se consigue todo lo que uno necesita para alimentarse. Sean sinceros, una mentada de madre como desahogo por este motivo: ¿creen ustedes que lo pueden hacer en un país civilizado, desarrollado, organizado, o como sea ustedes que quieran llamar a esos Paísuchos?

Yo prefiero mil veces vivir en un país donde los gobiernos regionales, como por ejemplo el de Los Teques, Estado Bolivariano de Miranda, tienen que pedirle permiso a los buhoneros para ver si dejan un día de trabajar y dejar las calles libres. ¿Dónde pueden ustedes conseguir un Alcalde tan eficiente como éste? Un alcalde que respeta la voluntad del buhonero de ocupar las calles, ensuciarlas, impedir el libre paso de los peatones y afearla como se encuentra actualmente esta "Capital" del Estado. En ningún lado señores, en ningún lado. ¿Ustedes creen que en Suiza, puedo mentarle la madre a nuestros gobernantes por ser tan permisivos por tan sólo buscar votos? No señor, nada que ver.

Esos países "civilizados", "desarrollados" o como les guste llamarlos, no llenan mis satisfacciones, mis arrecheras, mis molestias, no señor. Prefiero un País tan atrasado como el nuestro, donde se rotan los funcionarios públicos, donde estos funcionarios tienen licencia para robar, donde votamos por ellos para que nos puedan seguir robando y donde nos dejamos que sólo se recuerden de nosotros cuando necesitan de nuestro voto.

¿Legislar en favor del pueblo para que se desarrolle y que se infundan los principios de respeto hacia el otro? No por favor, tan de sólo de nombrarlo me da sueño, aburrimiento y estado de retraso.

De verdad, les soy totalmente sinceros, que si me fuera a otro país y tendría la certeza de que toda esta desgracia me faltaría, me llevo conmigo a tres de los malandros más atrincas de cualquier barrio de Petare, para decirles que me atraquen sorpresivamente, que me desvalijen de mis pertenencias y pedirles encarecidamente a ellos que me hagan sentir como en casa estando en otro país.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Whatever Works o de Cómo las cosas deben ser

Desde hace ya algún tiempo he querido redescubrir el cine de Woody Allen. Tal vez, ver las mismas películas de nuevo, ahora desde un punto de vista tal vez más maduro, por no decir más adulto, me ha llevado una grata, pero muy grata sorpresa. Darme cuenta del perfil de los personajes de sus películas y de la genialidad de sus guiones (que muchas veces parecen más obras de teatro que de cine, pero igualmente grandiosas), me hace darme cuenta de que a veces el vaso no está ni medio lleno ni medio vacío, sino que más bien el vaso es el doble de grande de lo que debería ser.
Whatever Works no es la mejor película de Allen, pero sin duda es una de las mejores. Trata acerca de un profesor de Física Cuántica (un Larry David que pareciera ser un Woody Allen real y que a la vez pareciera interpretarse a sí mismo pero sin la mala suerte que lo caracteriza), ya casi retirado y pareciera bastante amargado que tienen una particular forma (tal vez deba ser ésta la forma), de ver la vida. Se dedica igualmente a enseñar ajedrez a alumnos a quienes tilda de ignorantes y poco inteligentes. La trama comienza a tomar forma cuando conoce a Melody (una excelente Evan Rachel Wood), quién se escapa de la cotidianidad de su casa en Missisipi y llega a la que parecía la olvidada New York de la que siempre Allen ha hecho honor. Hasta los momentos pareciera que Allen no deja de sacarnos en cara un personaje muy entrado en edad que se enamora de una mucho más joven, pero que luego al final, pareciera congraciarse con los costumbristas y equiparar en edad a las parejas de los respectivos personajes. A partir de ese momento, surgen eventos graciosos pero acompañados de diálogos muy inteligentes que evidencian la mente perspicaz de Woody.
Esta es una película de gran factura a nivel de guión. Me parece muy bien adaptada, muy bien actuada y que logra su fin que es la de entretener, enseñar y hacernos pensar.
En definitiva, la vida no debe escapar a los asuntos de la suerte y de las casualidades. La vida debe vivirse a plenitud, sin imponerse autocensura ni autoengaños. Debemos aceptarla tal cuál se nos presenta y vivirla según no parezca, pensando siempre que cada una de nuestras acciones, siempre, pero siempre, van a tener repercusiones en el otro.