lunes, 22 de octubre de 2012

Autoexilio de la Conciencia

Ya hace algún tiempo que dejé de escribir. Todo este tiempo que me sirvió para ver las cosas desde otro punto de vista. Durante este tiempo han pasado muchas cosas en Venezuela desde cualquier punto de vista, incluido el punto de vista moral, psicológico  social, político  cultural, entre otras circunstancias.
Me di cuenta cómo se han perdido modales, incluso me di cuenta cómo se han perdido lo que considerábamos valores.
Me di cuenta de que algo tan contradictorio como lo es la llamada moral militar, se ha visto reducida a la voluntad de uno solo.
Me di cuenta cómo hemos creado un ídolo que fundamenta su razón de ser en una supuesta independencia basada en una dependencia absoluta a su persona.
Me di cuenta que existen personas, que valiéndose de su posición de poder, pasan por encima de derechos adquiridos o ganados con esfuerzos de otros.
Me di cuenta cómo la gente ha desmayado en su esfuerzo para entregarse al conformismo.
Ante ello, vi que mi propia solución era un autoexilio. Se me presentó como una especie de epifanía, como una manera de encontrarme conmigo mismo, de tener la conciencia del yo mismo que tanto hablaba Santo Tomás y darme cuenta, que al ser humano, y más aún, al venezolano, aún le falta por comer mucha mierda para darse cuenta que es dentro de ellos donde radica la fuerza motriz del cambio. 
Aunque a veces, la chispa que lo enciende, lo consigue en su exterior.