lunes, 24 de agosto de 2009

Los postres caseros o los inventos culinarios


Uno de los resultados típicos de la vagancia y del ocio resultan los típicos dulces que inventas en casa cuando eras chamo y ya hasta casi adultos. Ciertas resultan esas palabras que dicen que el ocio es la madre del vicio. Esos postres que uno inventaba eran verdaderos artes culinarios propios y el orgullo que uno sentía por tal creación resultaba casi orgásmico. Hoy me es menester recordarles algunos y por qué no, recomendarlos para que lo hagan.

Uno de ellos es típico: cambur con canela, un poco de azúcar y canela, lo colocas en el microondas por escasos 20 segundos y listo, le colocas una bola de helado de mantecado al sacarlo y a disfrutar. Este es un clásico que gusta a todo el mundo.

Hay otro que tal vez no resulta tan agradable ya que es para paladares exquisitos y excéntricos: dos paqueticos de galletas de soda y una taza de café con leche. La forma de prepararlo es fácil. Rompemos las galletas de soda hasta hacerlas añico dentro de su misma bolsa, colocar el café con leche en la taza, un poco de azúcar, echar las galletas trituradas y revolver hasta formar una pasta casi cremosa. A disfrutar de este manjar.

Por otro lado, tenemos un típico de nuestra niñez: una taza pequeña, colocar leche en polvo y azúcar. Hay quienes fueron más allá y le colocaron apenas unas gotas de agua hasta formar una mezcla casi parecida a la leche condensada.

Hubo un tiempo que mi grupo se volvió extremadamente gourmet. De allí salió el siguiente invento que a pesar de parecer una mezcla caótica y de mal gusto, resulta ser que es el caviar de los postres caseros: Una lonja de galleta de soda untada con mermelada de fresa y un poco de mayonesa. Inexplicable.

Por otro lado estaba el ya famoso pan con cambur, canela y leche condensada. Hay una variante de esta que es el mismo pan con cambur y nutella. Indescriptible la aventura.

Por último y, en esto me enorgullezco de considerarme el creador de este postre, es el Strudel de Plátano con Queso (pero no el plátano que sale en internet referido al cambur y disculpen la foto, es que no le he sacado al que hago), es el plátano del cuál se hacen los tostones. Este postre es sencillo de hacer: Respecto a los ingredientes compramos una caja de esa masa de hojaldre que venden en los supermercados (en esto soy práctico, para el día en que quiera especializarme les digo cómo hacer la masa); Compramos igualmente dos plátanos grandes completamente maduros; dos cucharadas grandes de azúcar, media taza de agua, 100 gramos de queso blanco (puede ser guayanés, telita, palmito, cuajada, duro, etc), una clara de huevo y 5 clavos de olor. Cortamos los plátanos en rodajas y los freímos. Una vez fritos, los colocamos en una olla con capacidad para meterlos, un par de cucharadas grandes de azúcar, media taza de agua y calentamos por aproximadamente 10 a 15 minutos (para los que les gusta le pueden colocar 4 o 5 clavos de olor). Una vez lista esta mezcla la dejamos reposar por aproximadamente 30 minutos o cuando esté a temperatura ambiente (esto para que cuando la coloquemos en la masa de hojaldre, ésta no se llegue a cuartear). En una bandeja para hornear colocamos papel parafinado especial para horno, le untamos un poco de mantequilla y harina de trigo, expandemos la masa de hojaldre y le colocamos encima la mezcla que hicimos con el plátano. Una vez colocada, cortamos en cuadros pequeños los 100 gramos de queso y lo colocamos a lo largo del plátano. Cerramos con cuidado la masa dejando dentro la mezcla y cuidando que no se dejen espacios abiertos, la volteamos de manera que quede la parte lisa arriba, le colocamos la clara de huevo encima y lo metemos al horno que debe estar previamente calentado a una temperatura de 150º a 180º. Lo metemos por aproximadamente 30 a 45 minutos. Una vez listo, lo sacamos del horno, espolvoreamos un poco de nevazúcar, lo dejamos reposar por unos 15 minutos y listo. Para servir, colocamos una rodaja sobre un plato acompañado de una bola del helado que prefieran (el de guanábana o mantecado le quedan perfectos) y a disfrutar.

Espero que le saquen provecho a estas experiencias gastronómicas.

salU2

martes, 18 de agosto de 2009

Otro día pero en el metro


Viajar en metro puede ser toda una aventura, sea la hora que sea. Viajar en las horas pico es una de las experiencias más desagradables y a la vez interesantes que podamos tener. En primer lugar resulta impresionante ver las colas de personas intentando comprar el boleto. Si decides comprarlos en el dispensador de ticket te vas a conseguir siempre con la persona que insiste en meter la moneda que la máquina ya le ha expulsado más de 10 veces, lo que genera que la gente comience a murmurar y a quejarse. Si decides comprarlo con el operador, te consigues que sólo hay dos taquillas en TODAS las estaciones del metro, de las cuales, a veces, sólo una trabaja y se retrasa porque resulta que todas las personas mayores de 60 años (como tienen los ticket gratis) deciden viajar a esas horas y como no hacen cola, pasan directo a la taquilla, lo que genera otro retraso adicional en la cola.
Cuando por fin logras comprar tu ticket, al hacer la cola para pasar el torniquete te consigues con el que va delante tuyo, el ticket no le pasa e insiste tercamente dos y hasta 3 veces para meterlo. Una vez que lograste pasar, en el andén se hace la cola de personas para entrar al vagón.
Cuando llega el vagón, la gente comienza a empujar hasta no dejar que la gente que viene saliendo, sin importar si se parte algún hueso de los viejitos que entraron gratis, la prótesis de las tetas de las mujeres operadas y hasta sin importarle si hay o no algún niño (que siempre hay alguno recién nacido).
Una vez dentro y luego de colocar la típica "cara de metro", te puedes conseguir con varias cosas:
1) el vagón sin aire acondicionado: Este es el peor mal de todos porque inexplicablemente todos, TODOS los que viajan en el metro huelen mal o tienen violín, o están sudados.
2) Te toca un gordo al lado que aparte de ser más alto que tu viaja en camiseta y por supuesto que se agarra del techo, quedando su axila y tu nariz casadas casi de por vida.
3) Te toca un tuki al lado con mal aliento.
4) Nunca, pero NUNCA te va a tocar la de las tetas operadas a tu lado;
5) Siempre y esto que no se le olvide a nadie, SIEMPRE te va a tocar en tu mismo vagón dos tipos de personas: una que coloca música en su móvil (cuyo mal sonido se asemeja a una radio barata sin bajo) y que generalmente es salsa o hip hop y un niño recién nacido que va desde Las Adjuntas hasta la estación de Zona Rental llorando.
En las horas que no son picos, te consigues con otros personajes variopintos. Entre ellos conseguimos:
1) La gente que pide dinero porque tiene un familiar enfermo, un niño que no tiene ropa, una enfermedad, son ciegos o tienen una uña encarnada;
2) Los malabaristas y magos ambulantes que divierten por lo menos a cambio de unas monedas;
3) Los cantautores (???) que cantan canciones de otros a cambio de.... monedas también;
4) Los que ponen música en su móvil (a cambio de nada y por el sólo gusto de ladillar);
5) El niño llorando desde que te montas hasta que te bajas porque nunca, pero nunca se va a bajar antes que tu;
6) Los que venden yogurt;
7) Los que le roban los celulares o otros;
8) La gorda en minifalda que deja el asiento mojado de sudor cuando se baja;
9) La señora que pone cara de tristeza porque no le das el asiento donde vas sentado;
10) La misma señora pero ahora con cara de arrecha porque no le diste el asiento;
11) El gay que se monta justo en el vagón donde se montaron los de la limpieza del metro y comienzan a joderlo;
12) La sifrina bien buena con cara de culo con lentes oscuro puestos para dar la impresión de que no ve a nadie;
13) El que se limpia las uñas o las orejas con el ticket de metro;
14) Los que botan basura dentro del vagón y en pleno andén;
15) Y cualquier otro especimen que forma parte de la fauna humana que parasita en Caracas y que permite llegar a esta conclusión: La gente en Caracas no trabaja porque o está en el metro o en el carro en una cola o en un banco o sacando la cédula o el pasaporte.
Esto ocurre todos y cada uno de los días caraqueños.

martes, 11 de agosto de 2009

Libertad

Hace ya unos días leí lo dicho por Savater en una conferencia por allá a mediados de 2004, donde hablando de lo que significa libertad dijo lo siguiente: Hay palabras que cantan más de lo que dicen. En Venezuela lamentablemente esa palabra ya no canta tanto como lo que significa en si misma. Tenemos que seguir soñando con los ojos abiertos pero hay que hacer realidad ese sueño. Pero por favor, que sea despiertos.