Recientemente
tuve la oportunidad de visitar San Cristóbal, Maracaibo y Punto Fijo. En líneas
generales fue muy gratificante sobre todo por la compañía y los amigos que
visitamos durante esa travesía, sin embargo, apartando los buenos momentos
vividos a través de las relaciones personales, no menos cierto resulta que
debemos ser críticos con nuestras cosas y muy especialmente con nuestro país.
Parte
de este viaje lo tomé desde la óptica de un turista (siendo realmente un
turista ya que visité lugares que nunca antes había ido), y viviendo la
experiencia desde esa óptica, no fue lo que yo esperaba, o por lo menos no se
ajusta a la expectativa que ha generado el actual ministro de turismo de
Venezuela.
1) La
vía hacia Barinas.
A
nivel de asfaltado no puedo quejarme, las carreteras se encuentran en muy buen
estado para lo que estamos acostumbrados, sin embargo me llamó mucho la
atención que dada la inmensa y absurda cantidad de material publicitario en las
autopistas, carreteras, calles, intersecciones, pasos peatonales, puentes,
avenidas y demás vías, pareciera que el difunto Hugo Chávez siguiera vivo, ya
que la única publicidad posible son fotos de este señor en cualquier momento de
su vida. Sería interesante saber cuál es el gasto público que se ha generado a
partir de esta chocante actividad publicitaria.
Por
otro lado, llama la atención el bajo nivel de servicios públicos ofrecidos en
las bombas de gasolina y diversos restaurantes que se consiguen en la vía. En
la mayoría de los baños te cobran entre 2 a 5 bolívares por persona para
utilizar unos baños que cuentan con un nivel muy bajo de condiciones
sanitarias, cuando te deberían dar aunque sea una antitetánica por meterte en
uno de esos suburbios. La comida que ofrecen los locales es muy básica, en su
mayoría arepas con relleno de camarones, atún, pulpo o huevos de codorniz, que
pareciera que ya llevan una semana en ese mostrador. De igual manera nos damos
cuenta que lo limitado que somos respecto a las bebidas no alcohólicas (ya se
que esto es capricho, pero durante 14 años me han estado vendiendo la idea que
somos un país ultra mega desarrollado, por lo que espero poder conseguir la
extensa variedad de bebidas que he tenido la oportunidad de ver y conocer en el
exterior).
En lo que se refiere al servicio al
turista, estamos viviendo un momento en que pareciera que más que vendernos un
servicio, lo que nos están haciendo los propietarios de estos
"locales", pareciera que es un favor, es decir, no nos venden porque gustan
sino porque les pagan para hacerlo.
2) La
vía desde Barinas hasta San Cristóbal.
A
partir de este momento comienza el padecimiento de Cristo. La carretera está en
pésimas condiciones, eso sin contar con la amenaza latente que vas con un
tanque mega lleno de gasolina porque durante toda la vía no vas a conseguir una
puta bomba que tenga algunos litros del combustible QUE AQUÍ PRODUCIMOS, por lo
tanto, no sólo tienes que ir pendiente de los huecos y los 120 policías
acostados que te vas a conseguir durante este trayecto de casi 5 horas, sino
que tienes que ir ahorrando el consumo de gasolina porque si no sacas un chip
(de turista o local) en el Estado Táchira para colocar gasolina, vas a tener
que vender tu vehículo allá por falta de combustible.
Durante
todo el trayecto disfrutas de una vista muy bonita, gracias a los hacendados
que viven en la zona y tienen sus fincas en muy buen estado.
Una
vez llegado al Estado Táchira, tuvimos la suerte que en la primera bomba de
gasolina (con gasolina) que conseguimos luego de esas 5 horas, estaban sacando
el chip para turistas para poder colocar la gasolina que aquí producimos, lo
que nos daba derecho a surtir hasta 42 litros de gasolina interdiario. En ese
trámite duramos aproximadamente una hora hasta que se nos entregó el bendito
chip y confieso que apenas lo tuve en la mano sentí felicidad, tal vez la misma
que siente algún cubano cuando obtiene algún alimento de su lista de
racionamiento.
En ese momento aprovechamos y
llenamos el tanque de nuevo, previa lectura que le hacen a uno del chip.
3) San
Cristóbal.
Una
vez llegados a San Cristóbal, me di cuenta que, al igual que en Caracas, los
motorizados son los dueños de la ciudad y pueden hacer cuánto les venga en
gana, es decir, pueden ir a altas velocidades, ir entre los carros, te rompen
los retrovisores de tu carro, emulan disparos con los tubos de escape de sus
motos, en fin, todo cuánto en Caracas se hace y que a la luz de las
autoridades, pues es un asunto normal.
A nivel turístico, San Cristóbal
pareciera ofrecer mucho, pero puede pasar que en vez de sentirte en Venezuela
te puedas sentir en Colombia, ya que abundan los restaurantes de comida
colombiana, el tono de muchos es propio de las zonas andinas y lamentablemente
vi poco interés en la gastronomía local, salvo uno que otro local que ofrecían
los manjares venezolanos. No faltará alguno que me diga que como es una zona
andina, nuestras costumbres se asemejan a la de los colombianos. Es cierto,
pero lo que no me resulta sensato es que en la zona se acentúa la palabra
Colombia o Colombiano, se escuche vallenato e incluso, los cumpleaños lo cantan
tal y como lo cantan en Colombia. Lamentablemente es una costumbre que ya se
encuentra muy arraigada en nuestros nacionales, pero no puedo negar que resulta
divertida esa forma de celebración.
4) La
vía de San Cristóbal a Maracaibo.
Personalmente
creo que esta vía representa cómo se encuentra el país actualmente: Totalmente
hecho mierda.
Es una vía llena de huecos y carente
de cualquier tipo de servicios, restaurantes o bombas de gasolinas, pero no
deja de ser muy pintoresca, sobre todo porque en la vía te consigues uno de los
pueblos más hermosos y cuidados de Venezuela, un pueblo en el que pareciera que
el socialismo no ha llegado nunca y espero que nunca llegue, llamado San Pedro
de Los Ríos. Este es un pueblo muy especial, sobre todo por lo cuidado de sus
calles, la calidad de las fachadas de sus casas, el servicio hospitalario de
sus habitantes y el desinterés de atención que reciben los turistas. Sin temor
a equivocarme, es uno de los pueblos donde ser turista en Venezuela, provoca.
5) Maracaibo.
La
única bomba de gasolina que conseguimos en este trayecto fue en Machiques, un
pueblo del estado Zulia donde literalmente nace el sol. La vía está
relativamente bien pero no dejas de ver la transculturización con Colombia que
tenemos actualmente.
Maracaibo
se ha convertido en una ciudad del exceso gastronómico. Por dondequiera se
consiguen restaurantes que dan porciones generosas de comida. Un ejemplo de
estos locales resultan Q´Pinchos y la Pizzería Palermo.
Locales que resultan famosos por el tamaño de sus porciones.
De igual manera que en otros sitios
del país, el servicio al turista es muy escaso y la publicidad política
pareciera ser lo más importante para nuestros gobernantes socialistas, como si
fuera necesario no olvidar a Chávez.
6) La
vía de Maracaibo a Punto Fijo.
La carretera es normal, con algunas
deficiencias, escasos servicios, malas condiciones de los restaurantes y baños
de carretera, mala señalización de las vías y sobre todo gandoleros bajo la
figura de mal o pésimos conductores. Ni Dios lo quiera alguien se queda
accidentado, pasarán por lo menos 2 días para que te auxilien. Cada alcabala
que pasamos pareciera ser un altar a Chávez, a tal punto que por cada nueva
alcabala que pasáramos, nos hacíamos la señal de la cruz.
7) Punto
Fijo.
La
inseguridad es el tema del día en todo Paraguaná. En las playas sólo se puede
estar hasta las 6 de la tarde como máximo o cuando el encargado del alquiler de
los toldos se acerca al sitio donde estás y al recoger el toldo que alquilaste
te dice "a partir de este momento quedan bajo su propio riesgo en la
playa", algo que no deja una buena idea al turista que visita la zona.
A
nivel de compras, a pesar que es una zona libre de impuestos, se consiguen los
mismos precios de caracas, haciendo la salvedad que en caracas se consiguen más
cosas.
La
escasez de productos es muy acentuada ya que no se consiguen productos básicos
tales como leche, harina pan, entre otros (al igual que en San Cristóbal,
Maracaibo o cualquier otra parte del país).
Al
igual que en San Cristóbal y Maracaibo, sólo la familia que tenemos allá nos
hicieron sentir que estamos en la Venezuela que queremos y que era antes, es
decir, hospitalaria y no pendeja (como nos han hecho creer).
Lo
que si debo reconocer es que la gobernadora de Falcón se ha esmerado en darle
la iluminación necesaria a las calles de ese Estado, claro está, cuando hay
servicio eléctrico ya que los cortes eléctricos son continuos.
A nivel gastronómico, hay
interesantes propuestas pero no dejan de ser pretensiones que buscan lo
económico por encima del buen servicio y calidad de la gastronomía venezolana.
8) Conclusión.
En
definitiva, sólo la compañía y los momentos vividos con la familia son los
momentos realmente memorables de este viaje que nació con intenciones
turísticas y gastronómicas, pero que en definitiva no ha sido más que una
experiencia digna de lo que se ha convertido este país: una Venezuela carentes
de servicios, carentes del buen trato, del buen gusto pero por sobre todas las
cosas, muy llena de socialismo mediático publicitario. Poco queda de aquél
venezolano educado y presto a ofrecerte un buen servicio. Lo nuestro ha quedado
en papel, en una maqueta, en un proyecto, ya que más que cuidar lo nuestro, los
prestadores del servicio turístico se han dedicado a cuidar lo suyo, sin
exaltar los valores y recursos de nuestros suelos y de nuestros fogones. Es por
ello que cuando veo en la TV que me dicen que tenemos patrias y que ahora si
respetamos lo nuestro, les digo, literalmente, NO ME JODAN.
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