Parece mentira pero los pies han sido objeto de muchas interpretaciones, alabos y desagravios a lo largo de la historia. Los Pies masculinos difieren en muchos aspectos de los pies femeninos. Éstos últimos son más pequeños y en apariencia más delicados que el pie de los hombres y esto debido a la evolución que ha sufrido a través de los tiempos.
El Pie de los hombres es más robusto porque le era necesario al hombre de antaño para poder correr y cazar a su presa. En cambio, el pie de la mujer de la prehistoria es más delicado porque su vida era un poco más sedentaria, destinada a la vida de casa. De allí nos resulta que ver un pie femenino es sinónimo de un pie pequeño, de un pie angelical, de un pie virginal.
Cuando vemos un pie femenino que en proporciones es grande como un pie masculino, tendemos a clasificar ese pie femenino como uno masculino y esto ha traído como consecuencia que muchas mujeres escondan sus pies del ojo masculino para evitar estas burlas.
En la china del siglo X y hasta principios del siglo XX, se sometía pasar a las mujeres por una agonía de desfiguramiento del pie donde mediante vendas amarraban los dedos del pie, excluyendo el dedo gordo, para que poco a poco tomara la forma de la foto que acompaña a este escrito. Le hacían colocar los pies en un zapato pequeño que cada dos semanas se reducía en tamaño 2 milímetros, hasta adoptar una forma de pie pequeña que según los chinos era la forma ideal de un pie femenino, de un pie que una mujer extremadamente bella sólo era capaz de llevar. Una mujer china que tuviera este tipo de pie, significaba que pertenecía a las familias pudientes y por lo tanto, era un alto grado de belleza femenina. Esto también tenía connotación social de sumisión porque la mujer china sometida a esta torura no podía caminar bien y siempre tenía que estar al lado de su marido, a la vez que le evitaba las labores domésticas, creando entonces con esto una idea de alto status social.
Es entonces que el pie ha sido protagonista de muchos cuentos e historias. Hace poco leí a Desmond Morris de nuevo y me percaté acerca del origen real de la cenicienta. Resulta que aunque muchos no lo crean y muchos le atribuyan un origen egipcio, tiene un origen chino y no resulta ese cuento de hadas que a través de los tiempos se ha conocido.
Era la historia de un príncipe en busca de una mujer que tuviera el pie tan pequeño que pudiera entrar en un zapato diminuto que no era de cristal como se nos ha hecho entender según el cuento de Perrault, sino de piel. En su búsqueda, la madre de las famososas hermanastras, hace convencer a una de ellas que en vista de que su pie no entraba en dicho zapato, la obligó a cortar su dedo gordo. Una vez hecho y al ver el príncipe que entraba su pie en dicho zapato, se llevó a esta hermanastra pero al ver que de su pie brotaban los borbotones de sangre, se la devolvió a su madre. En ese momento, convence a su otra hija para que en cambio de cortarse el dedo gordo, se cortara parte del talón. Igualmente su pie entró en el zapato y este príncipe fetichista al llevársela, se percató igualmente de la sangre y la devuelve. En ese momento se da cuenta del pie pequeño de cenicienta, le calza el zapato y ve que entra perfectamente, llevándosela con él, demostrando así que un pie pequeño de una mujer es digno de estar con alguien de la realeza.
En conclusión, los pies siempre han sido un tema de discusión que ha pasado muchas veces por debajo. Tan acomplejante es su asunto que muchas mujeres los esconden y a muchos hombres nos llaman mucho la atención, porque ahi reside mucha de la feminidad que las caracteriza. De allí que comparto lo dicho por Benedetti: Una mujer que tiene los pies hermosos, nunca podrá ser fea.
El Pie de los hombres es más robusto porque le era necesario al hombre de antaño para poder correr y cazar a su presa. En cambio, el pie de la mujer de la prehistoria es más delicado porque su vida era un poco más sedentaria, destinada a la vida de casa. De allí nos resulta que ver un pie femenino es sinónimo de un pie pequeño, de un pie angelical, de un pie virginal.
Cuando vemos un pie femenino que en proporciones es grande como un pie masculino, tendemos a clasificar ese pie femenino como uno masculino y esto ha traído como consecuencia que muchas mujeres escondan sus pies del ojo masculino para evitar estas burlas.
En la china del siglo X y hasta principios del siglo XX, se sometía pasar a las mujeres por una agonía de desfiguramiento del pie donde mediante vendas amarraban los dedos del pie, excluyendo el dedo gordo, para que poco a poco tomara la forma de la foto que acompaña a este escrito. Le hacían colocar los pies en un zapato pequeño que cada dos semanas se reducía en tamaño 2 milímetros, hasta adoptar una forma de pie pequeña que según los chinos era la forma ideal de un pie femenino, de un pie que una mujer extremadamente bella sólo era capaz de llevar. Una mujer china que tuviera este tipo de pie, significaba que pertenecía a las familias pudientes y por lo tanto, era un alto grado de belleza femenina. Esto también tenía connotación social de sumisión porque la mujer china sometida a esta torura no podía caminar bien y siempre tenía que estar al lado de su marido, a la vez que le evitaba las labores domésticas, creando entonces con esto una idea de alto status social.
Es entonces que el pie ha sido protagonista de muchos cuentos e historias. Hace poco leí a Desmond Morris de nuevo y me percaté acerca del origen real de la cenicienta. Resulta que aunque muchos no lo crean y muchos le atribuyan un origen egipcio, tiene un origen chino y no resulta ese cuento de hadas que a través de los tiempos se ha conocido.
Era la historia de un príncipe en busca de una mujer que tuviera el pie tan pequeño que pudiera entrar en un zapato diminuto que no era de cristal como se nos ha hecho entender según el cuento de Perrault, sino de piel. En su búsqueda, la madre de las famososas hermanastras, hace convencer a una de ellas que en vista de que su pie no entraba en dicho zapato, la obligó a cortar su dedo gordo. Una vez hecho y al ver el príncipe que entraba su pie en dicho zapato, se llevó a esta hermanastra pero al ver que de su pie brotaban los borbotones de sangre, se la devolvió a su madre. En ese momento, convence a su otra hija para que en cambio de cortarse el dedo gordo, se cortara parte del talón. Igualmente su pie entró en el zapato y este príncipe fetichista al llevársela, se percató igualmente de la sangre y la devuelve. En ese momento se da cuenta del pie pequeño de cenicienta, le calza el zapato y ve que entra perfectamente, llevándosela con él, demostrando así que un pie pequeño de una mujer es digno de estar con alguien de la realeza.
En conclusión, los pies siempre han sido un tema de discusión que ha pasado muchas veces por debajo. Tan acomplejante es su asunto que muchas mujeres los esconden y a muchos hombres nos llaman mucho la atención, porque ahi reside mucha de la feminidad que las caracteriza. De allí que comparto lo dicho por Benedetti: Una mujer que tiene los pies hermosos, nunca podrá ser fea.
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